Rancière - El maestro ignorante

01.06.2020

El maestro ignorante (1987)

No sé si solo me pasa a mí pero es que hay ciertos libros que uno los recuerda como unos hipócritas, con una sensación de que no dijeron lo que tenían qué decir abiertamente solo porque era políticamente incorrecto. Seguro no dicen en concreto lo que significa lo que están planteando, porque desde su posición se encuentran en un trabajo de ciencia avalorativa que solo describe y no juzga. Los libros de Bourdieu me dejan esa sensación, son estudios para decir dónde debe ubicarse cada uno, para señalar la pertenencia a un lugar, a un modo de vivir y a unas maneras propias de hablar y sentir: tú allí, tú acá y él acá. ¿Por qué no lo dice abiertamente? "Tú, que eres hijo de los pobres, tú que no puedes viajar a Europa, tú que eres del tercer mundo, tú que tienes padres sin educación, tú que no tienes las herramientas para acomodarte a la dinámica exigida. Sí, tú: tú estás condenado al fracaso". Eso es lo que Bourdieu tiene para decir y la enseñanza es que -aunque claro, siempre habrá espacio para una emancipación- no depende de tu voluntad, sino de las condiciones objetivas y materiales para que logres lo que te propones.

Bueno, afortundamente, solo es una interpretación y la propuesta de otra ficción de la sociología. Lo mejor es que no toda propuesta de explicación causal de lo que somos se refiere a estas estructuras, instituciones, capitales, y etc., sino que están también las que buscan una reivindicación de las capacidades individuales y que resaltan la precedencia ontológica de lo individual sobre lo estructural. Acá es donde se ubica el Maestro ignorante, escrito por Jacques Rancière (1940) en 1987, un libro de antipedagogía y de anti-igualitarismo y anti-redistribucionismo. Es un libro de política que tiene como tema el papel que juegan los profesores en la perpetuación de la dominación. Si Bourdieu tiene tanto éxito es solo porque hay profesores que lo repiten una y otra vez y le hacen creer al alumno que esa es la verdad de las cosas, que hay datos y que solo queda acogerse a los hechos. Son los mismos profesores que dicen que el mundo no es para interpretarlo sino para transformarlo, aunque no caen en la cuenta de que esa afirmación es ya una interpretación. Rancière escribe un libro para recuperar la capacidad individual y la voluntad como las piedras de toque a la hora de ir tras la emancipación. Esto para extinguir la idea de un intelectual-profesor que ilustra al dominado, y para dejar a un lado, por supuesto, la triste historia de un sistema que nos domina sin que lo sepamos, más allá de que hay alguien que no está dominado porque tiene el valor de denunciarlo.

Rancière nos cuenta la historia de Joseph Jacotot quien vivió en lo siglos XVIII y XIX y era seguidor de los ideales revolucionarios. Jacotot era un profesor que tras una experiencia única escribió la obra en la que se basa el estudio de Rancière, La enseñanza universal (1823), de donde saldría también la frase del "método Jacotot". Lo que propone el profesor del siglo XIX es que no es necesario saber sobre algo para poder enseñarlo, y más radicalmente, el mejor maestro es el maestro ignorante. Por circunstancias históricas Jacotot se tuvo que ir a los Países Bajos a enseñar, allí se encontró con que sus estudiantes no sabían francés y él no tenía idea del flamenco. Su solución fue acudir a una edición bilingüe del Telémaco de Fenolón (1699), dárselo a sus estudiantes y dejar que ellos hicieran el resto. Aprendieron francés solo por el hecho de adentrarse en la lectura de este libro, sin necesidad de que nadie les explicara. Aprendieron el francés de la misma manera que se aprende la lengua materna, solo por la práctica y la necesidad de comunicarse, sin que nadie ponga un tablero o diga qué es lo que debe memorizarse. Lo único necesario fue un tercer elemento, el libro, que permite entablar un diálogo entre las dos ignorancias. El tercer elemento servirá para que ambos, maestro y alumno, entablen un diálogo permanente alrededor de lo que no saben. De modo que el aprendizaje se refiere más a la motivación y a encontrar un medio de comunicación, que a seguir los dictados de una autoridad.

En este punto aparece la dicotomía que guía la argumentación del libro: maestro explicador vs maestro emancipador. El explicador es el que pretende transmitir un saber que él solo posee y que el alumno tiene el privilegio de llegar a alcanzar en la medida en que siga los requisitos que le propone el maestro; pero claro, la medida de si alcanza este saber o no está en el propio maestro, él decide cuándo se termina y cuándo se tiene el saber. Por su parte el maestro emancipador no busca dar lecciones, porque su elemento no se basa en la reafirmación de un saber que ya posee, sino en la búsqueda del mismo. El maestro emancipador solamente busca mover la voluntad del estudiante para que emprenda el camino por sí mismo. "Los alumnos aprendieron sin maestro explicador, pero no por ello sin maestro" (p.11). Lo que queda es que se trata de dos modos de usar la inteligencia: la dependiente y la emancipadora del ignorante. Por eso dice Rancière: "Para emancipar, tiene que estar primero el maestro emancipado" (p.22).

Rancière plantea algo realmente llamativo: "Sepan un libro y relacionen a él todos los otros". Este es el método de aprendizaje que se desprende de las lecciones de Jacotot: solo es necesario saber algo de una manera profunda y comenzar a relacionar todo lo demás con ese saber. En otro libro de entrevistas, Ranciére dice que cuando estaba muy joven creyó que debía estudiar a Kant muy a fondo para lograr defenderse posteriormente en el mundo académico. Lo hizo, y realmente su obra demuestra una constante relación de Kant en cada uno de los frentes de su filosofía: estética política, partición de lo sensible, régimen del arte son conceptos con una clara impronta kantiana y que son el punto central de la filosofía de Rancière. De modo que lo de relacionar un libro con todo lo demás es cierto, Ranciére lo demuestra. La cuestión es relacionar lo que ya se sabe con lo que aparece como nuevo, aprender es poner en relación un saber previo con algo nuevo, es la acomodación de fichas que se guía por los elementos que ya se poseen. Por mi parte, podría decir, que cada vez que leo alguno nuevo es inevitable, desde hace muchos años, que lo relacione con Mil mesetas (1981) de Deleuze y Guattari, creo que es ese libro el  que me ha servido para relacionar cada cosa nueva con un esquema que no me deja ir del todo a tientas.

"La inteligencia que les hizo aprender el francés era la misma con la que aprendieron la lengua materna: observando y reteniendo, repitiendo y comprobando, relacionando lo que pretendían conocer con lo que ya conocían, haciendo y reflexionando en lo que habían hecho. Hicieron lo que no se debe hacer, como hacen los niños, ir a ciegas, adivinando." (Rancière. p.10)

El aspecto político del Maestro ignorante se refiere a la idea de una igualdad de las inteligencias. Decía Jacotot: "Creo que Dios ha creado el alma humana capaz de instruirse sola y sin maestro. Hace falta aprender algo y relacionar todo el resto con eso, según este principio: Todos los hombres tienen una inteligencia igual". La igualdad para Bourdieu es algo a lo que se llega, que se debe buscar ajustando un sistema educativo que incluya a los excluidos y brinde unas discriminaciones positivas en aras de que todos sientan que han realizado sus capacidades. La igualdad para Rancière-Jacotot es el punto de partida, no de llegada, es el supuesto que se verifica en cada acto colectivo e individual. ¿Acaso no nos han dicho que somos iguales? ¿Los derechos humanos y todo el Estado social de derecho no se sustenta sobre esto? Entonces, hagámoslo real, verifiquemos tal igualdad, y una manera de hacerlo es demostrando que se puede aprender lo que se desee solo con ponerse en ello.

El marxismo clásico, y el de los movimientos estudiantiles, piensa muy diferente: dice que es necesario la guía del intelectual que logró poner al servicio de la comunidad su saber y que los líderes son los mejor informados y los que tienen una mayor conciencia de la lucha (como cuando se emborrachan cada noche). Pero el supuesto de este marxismo solo es la desigualdad, por eso la recrean y la fomentan en todo momento posible, hacen ver que todo es muy complicado, que se debe leer a Piketty y El Capital en alemán para entender alguna cosa del capitalismo, que el profesor en su posición de clase y con su talento para la escritura dirá todo lo que hay que saber. No hay que preguntarles, sino solo escuchar. Son los vampiros que chupan la sangre de una ignorancia que se encargan en todo momento de recrear y hacer creer. "Explicar alguna cosa a alguien, es primero demostrarle que no puede comprenderla por sí mismo" (p.8). Esta es la clave de todos los profes que anuncian la sin salida en la que nos ha ubicado el capitalismo, que dicen que este mundo es de apariencia, que el mercado te hace creer algunas cosas que son falsas, que realmente el amor que sientes por alguien es solo una condición de clase que no entiendes, que la ideología, en últimas, es lo que nos mueve y es lo que él sabe cómo combatir. Mensaje para los progresistas (sin decir nombres propios): "...las explicaciones no sirven para enseñar al alumno lo que no podría aprender sin ellas; sirven para enseñarle que no podría aprender sin ellas, sirve para enseñarle su propia incapacidad."

¿Dónde se ubica la emancipación? Por supuesto, no del lado del profesor explicador, "sino (en) la conciencia de lo que puede una inteligencia cuando se considera igual a cualquier otra y considera cualquier otra como igual a la suya" (p. 25). Esto no es otra cosa que la democracia, el lugar en el que no importa quién habla y quién propone alternativas. Los maestros explicadores son los principales enemigos de la democracia, porque se encargan de que el lugar en el que se encuentra la libertad se convierta en la facultad de la dependencia. Es por eso que el estudiante "más juicioso" siempre será el que más jerarquías exija para poder pensar: "este es el mejor profesor porque estudió en tal parte, este escribió tanto, este tiene el CvLAC muy extenso (fetichismo del perverso)". Pero al mismo tiempo son los otros de la democracia, los conservadores, que ven en la igualdad un daño al orden del saber y las competencias. Cualquier jerarquía solo impone dominación, la emancipación está del lado de la inteligencia, del uso autónomo de ella, no de las estructuraciones según rituales de iniciación y principios de continuidad de la dominación.

La democracia es la afirmación de que todos somos iguales. La manera en que esto se hace real es cuando entendemos que podemos comprender lo que queramos sin necesidad de maestros explicadores, solo con la voluntad porque "el que quiere puede". En la democracia los saberes no están para ser venerados, sino para ser enfrentados por cualquiera en cualquier momento y lugar. Si quiero aprender algo, lo hago y punto. "El que quiere puede" eso es lo que el explicador no quiere que se sepa, es su mayor temor.

Lo que ha resultado inverosímil para todos los maestros explicadores es que los alumnos o los excluidos tengan sus propias propuestas acerca de cómo es que se debe dar la transformación. El explicador dice que lo primero es salir del mundo de las apariencias del capitalismo que él es capaz de hacer ver con su pedagogía. Pero el alumno-excluido ya está fabricando otros mundos, otras posibilidades, está subvirtiendo ese orden cuando deja de depender del maestro para encontrar lo que quiere encontrar. El alumno siempre está buscando, el maestro atontador le dice que no lo haga, que siga sus indicaciones y las del orden que él defiende. Obviamente, también aplica para los maestros de la verdad y la certeza.

Digamos que en últimas de lo que se trata es de encontrar ese libro con el que deseemos relacionar todo lo demás. Ese libro que haga de la vida la afirmación de la igualdad, es decir, el campo inmanente en el que puedo tener la experiencia que me de la gana. No hay que tener miedo de estudiar por uno mismo, eso sería confiar en las promesas del maestro explicador de que lo necesitamos ineludiblemente. El autodidactismo siempre ha sido el modus operandi del nuevo conocimiento, lo contrario es  anhelar que alguien indique qué es lo que se debe saber, cuándo y cómo. Eso por el lado de los alumnos; por el de los profesores, la cuestión es mover la voluntad para aplicarse al saber, no explicar nada porque es perder el tiempo, solo fomentar la búsqueda constante, algo que se logra, seguramente, con el ejemplo.

Y entonces... ¿Entonces? No más Bordieu y maestros de la ideología y la certeza. Chao... Se les acabó el tiempo, los alumnos están con los libros que aman.

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